Ausencias

Las sombras se prolongan y serpentean tras mi espalda, colándose por las rendijas de mi aguijoneado corazón. Hacen cruces que imploran perdones y se retuercen trazando formas imposibles y aterradoras.
 
Desde que te fuiste, no han vuelto a emocionarme las puestas de sol, ni el rumor del mar me estremece con su roce entre las rocas.

Un algo, que ya ni entiendo, arrancó las mil razones que a todo daban sentido.
 
Nunca fue fácil amarte, nunca se aprende a amar a quien no quiere que le amen...
 
Las sombras se expanden y siento las frías manos de la desolación acariciándome el rostro sin compasión.
 
Nada llena este vacío de no amarte, de quererte tan lejos, de echarte de mi mente sin tenerte.

A veces, con la luz del día se disipan las sombras, y simulo una alegría adormecida que apenas me deja pensar.

Las sombras de la noche son las peores, me acechan, se tornan pesadillas si cierro los ojos e intento evadirlas.

Hace lustros que no sueño, y si sueño lo hago despierta, evocando emociones pasadas y regodeándome en ellas.

Las sombras me rodean, me astillan el alma con el paso de un tiempo interminable.



 

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